Bogotá da risa, lástima y miedo (Rogelio Salmona)
"Bogotá es una casa en la montaña. Si la sobrevolamos, de norte a sur, nuestros ojos sortearan pinos y demarcadas parcelas de encendidos verdes, urapanes* e hileras de tejas ennegrecidas con el hollín de su aire, un lago y un parque tras otro; y lejos, al nivel de las desiertas azoteas del cielo, nuestros oídos escucharán el rumo de la niebla, ascendiendo lenta, cargada de ilusión y pesadumbre, una a una las horas de la tarde.
Bogotá es una casa en la montaña, si descendemos hasta las voces que en su interior festejan la llovizna (paraguas –inmensos hongos negros- que de pronto brotan en las esquinas y cruzan las plazas populosas) y si enseguida nos echamos a andar por sus aceras y llegamos hasta el fondo, hasta su hondura, observaremos cómo van y vienen en ella las distintas soledades: rostros perdidos y gestos de incidencias triviales, transeúntes de vida efímera, gente a la cual le resulta insolente mirar o ser mirado, inadvertidos Atlas cargando un poderoso vacío, holgazanes, truhanes y ejecutivos, así como todos los asiduos habitantes de sus calles, a quienes ella acoge indistintamente.
Bogotá no es hoy la ciudad del organillero, ni tampoco una metrópolis de neón y technicolor, pero cuando en la noche cae en sus esquinas la luza de las bombillas, bien saben abrirse sus puertas clausuradas. Se enciende entonces -anverso de la ciudad despierta- la completa fabularia de la ciudad dormida: trabajadores de bares y cafés, de restaurantes y amoblados, yendo y viniendo con tal consagración como para mantener a raya, incluso vestidos con atuendos ligeros, al delgado frío de La Sabana; amantes que se encuentran en prados secretos o en habitaciones con falsos jardines; e igual los consabidos pícaros de la fiesta nocturna, músicos, poetas y, finalmente, porque la noche en Bogotá es también un asunto imaginativo, quienes -soñadores o pesimistas- se reúnen a hablar de la vida.
De mañana, tarde o noche, plácido y paciente transcurre el tiempo en sus estancias, mientras afueras, sobre los cerros, el viento, las nubes, el sol y los distintos matices de su cielo, rivalizan para imponer sus agitaciones: tal vez, debido a eso, cada quien vea cómo en sus espacios se duplica la recompensa de los esfuerzos, y descubra, bajo su arco celeste, al menos una mínima porción de su clima nativo. No en vano, cualquiera sea su procedencia, los provincianos encuentran rápido acomodo en ella, y al igual que los gorriones que la plagan, aparentan estar a punto de perecer en un intrincado mundo ajeno, pero atónitos, siempre, casi siempre, la sobreviven".
Guillermo Linero, enero 2007. "Palabra capital. Bogotá develada"
Sé que anuncié que mi próximo post iba a ser un resumen de todos los actos sociales a los que había acudido valiéndome de mi condición de becaria carolina y, porque negarlo, de mi encanto personal, pero después de los acontecimientos de ayer me pareció mejor hablar de Bogotá. El jueves pasado dos profesoras de la universidad de la Sabana me invitaron a pasar la mañana del sábado en un barrio del sur de Bogotá llamado Ciudad Bolívar. Su asignatura es comunicación para el desarrollo y cada trimestre llevan a sus alumnos, niños de lo más bien de Bogotá, a conocer otra parte de la realidad bogotana de la mano de la Fundación Social Oasis.
Ciudad Bolívar es uno de los barrios más pobres de Bogotá, no el más pobre, y de los menos recomendados por las guías turísticas. Es un barrio de invasión creado por los desplazados internos que fueron llegando a la capital buscando una mejor vida, la verdad es que “fueron llegando” está mal empleado porque siguen llegando, “invaden” los pedazos de tierra que quedan libres, tratan de sobrevivir y pueblan las calles de la capital escudados de pedazos de cartón en los que garabatean su historia.
La fundación la creó hace 13 años una cría del propio barrio, que por entonces tenía 9 añitos, con el objetivo de que ni sus compañeritos ni sus abuelitos siguiesen muriendo de hambre, cosa que por desgracia todavía sigue pasando, en el Departamento del Chocó tienen los cerdos mejor alimentados del país y los niños se mueren de hambre por docenas, noticia del mes pasado. Pues eso, que Sandrita se puso el mundo por montera y de la nada, y tocando muchas puertas, ha conseguido crear una magnífica fundación, a la que le queda mucho recorrido, en la que los niños de parte de Ciudad Bolívar, aprenden, desayunan, pasan el rato y se olvidan por momentos que “mi mamá no tiene ponqué para comer”.
Por la tarde, me fui a la Feria del Libro y dio la casualidad que presentaban un libro titulado “Palabra capital. Bogotá develada*”. En la presentación uno de los ponentes dijo la frase que da título a este post –Rogelio Salmona es uno de los arquitectos colombianos más famosos y entre sus obras más reconocidas está el Archivo General de la Nación-, y me sentí muy identificada porque a lo largo de los casi 5 meses que he vivido aquí, entre las dos estancias, he sentido esas tres sensaciones casi a diario y este sábado multiplicado hasta el infinito.
Sin embargo, a pesar de mis quejas, todas ellas relacionadas con el transporte público y la falta de urbanidad del bogotano como masa anónima, cuando no hay ningún tipo de interacción intrapersonal toda la cordialidad y amabilidad que caracteriza a los nativos de Bogotá se pierde, y como dice la última frase del fragmento que he copiado, Bogotá es una ciudad dura y hostil pero al mismo tiempo amable y cálida, ayudada por esa luz que al atardecer, hacia las 5 de la tarde, enrojece las casas de ladrillo, pega en los cerros orientales y tiñe la ciudad de dorado. Y es que la luz en Bogotá es diferente.
*Develada: pues por lo que he podido ver en internet, la RAE no recoge este término, se utiliza como sinónimo de desvelada. No sé.
3 comentarios:
De verdad qué poética te nos pones... Dices cosas muy bonitas... Me das envidia, en serio; allá "sola" y con tanto mundo. EL resto seguimos en la cuenca, esperando "con brio arrollador" el partido de la UEFA entre Osasuna y el Sevilla. Seguimos con la boina puesta jaja
iba a decir lo mismo que Bea, que qué poética te nos has puesto, más bien "develado" porque como dijo el poeta, poesía eres tú, no?
Yo no espero nada "con brío arrollador" y menos el partido de fútbol del cual me entero ahora, si acaso espero con un poquito de ímpetu que llegue el lunch gratis del patrón este jueves, agradecida y emonocionada porque gracias a que es fiesta no me tocan hongos
P.D. ya me enseñarás cómo utilizar ese encanto personal (que por otra parte sacas mucho más a menudo a relucir en el otro lado de tu charco)
bsts mil
huy, acabo de releer mi comentario y a lo mejor la última frase queda un poco secaza. Falta añadirle "con los desconocidos"
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